Llevó casi un año en Lima y desde que llegué solo me movilizo en micro amigos(as).
Algunos tal vez jamás habrán tenido la «suerte» de subirse a un micro o vivir la experiencia de vivirlo en carne propia. En horas PICO en el mundo del transporte público en Lima, a pesar de ser una ciudad metropolitana, algunas ocasiones podrían parecer un infierno!.
Esta nota no es ninguna queja, creo que vivir la increíble experiencia de usar nuestro transporte “público” y lo digo entre comillas por que es un servicio privado y no un servicio del estado… cosa que no entiendo por qué?, puede ser una experiencia inolvidable.
Mi ruta diaria es desde Miraflores hasta La Molina, mi línea la 17 “todo wenawies wenawies la molina encalaha surco puenteeeee… sube flaca sube… habla vas?. Ayer me subí un poquitín más temprano de lo normal, el bus estaba FUUULLL y cuando pensaba prender el IPOD para entrar a mi mundo paralelo (enciendo la música, con suerte encuentro un sitio donde sentarme, agarro bien mi cartera, abro la ventana y me dejo llevar…), cuando de pronto entran dos niñas de aproximadamente 7 años, no creo que tenían más… y un poco improvisando, se olvidaban fácilmente las letras de las canciones o se distraían con la sonrisa del bebe del asiento de al lado, con sus miradas aún inocentes, sus cuerpecitos todavía pequeños y todas desaliñadas y sucias se pusieron a cantar a cambio de 5 caramelos por un sol.
Dios mío!… esas fueron las primeras dos palabras que se me vinieron a la cabeza cuando las escuche cantar, aunque sea agnóstica y no crea en nadie más que en lo que estaba viendo con mis propios ojos, tuve que tragar la saliva más de una vez, tuve que apagar la música para no ser tan indiferente, tuve que reflexionar mientras las niñas, sin rumbo alguno, trataban de mantenerse de pié mientras el conductor hacía carrera con el micro que llevaba 5 minutos adelantado (me enteré por que el datero se lo digo al cobrador).
Yo me pregunto, al final, de qué vale si me quejo con las autoridades, creo que si reflexionamos bien, no son ellos los reales responsables, somos nosotros.
Por qué no hacemos algo?. No hace falta que como yo, todos los que estaban en ese micro les dieran plata a cambio de nada…. Las niñas estaban emocionadas, les quedaban caramelos de sobra y se habían ganado su buena plata… plata que jamás llegará a sus pancitas o a su educación.
Como madre, como hermana, como amiga, como ser humano no podía contenerme, quería llorar, quería preguntarles dónde carajo estaban sus padres, quería sacarle la mierda al presidente, a los ministros, a los alcaldes, a los tombos, a los cobradores, al chofer…. Quería sacarme la mierda a mi misma por no poder llevármela a mi casa, darles un duchazo, dales de comer, pagarles un colegio… suene como suene, me sentí impotente, deprimida… me sentí avergonzada de ser Peruana!.
Después de muchas paradas y muchas canciones, las niñas decidieron bajar (a la altura de la universidad Ricardo Palma). Las vi irse mascando su chicle como si nada, probablemente lo único que habían comido en todo el día.
Tal vez no las vuelva a ver jamás… y mientras pienso que demonios puedo aportar o hacer para ayudar a cambiar esta situación, mi corazón se queda desplomado por la experiencia de ayer.
Apenas llegué a mi casa, abracé a mis hijas, las besé, las oli, me bañe con una de ellas, las peiné, jugamos hasta tarde, las acosté y las fui a visitar mil veces durante la noche.
No es justo señores, los niños tienen el derecho de vivir VIVIR VIVIR con decencia y DIGNIDAD. Suena cliché pero son ellos el futuro del MUNDO!.
Hagamos algo por favor….
Buen fin de semana,
M